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Los deberes como parte del proceso de aprendizaje

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LOS DEBERES COMO PARTE DEL PROCESO DE APRENDIZAJE

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Breve reflexión acerca del trabajo en casa como parte del proceso de aprendizaje

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Los deberes son un elemento más del proceso de aprendizaje de cualquier niño. No deben suponer una carga para el alumno. Su objetivo es fomentar el hábito de trabajo, que mas tarde se convertirá en hábito de estudio.

La cuestión de las tareas escolares o deberes es un tema que suscita opiniones encontradas y suscita gran preocupación. Algunas de las cuestiones planteadas por los padres de los alumnos son las siguientes: ¿No pasan los niños demasiadas horas en el centro escolar?, ¿No es suficiente lo que trabajan en clase?  ¿No son demasiado aburridos? ¿Por qué se mandan tantas tareas? ¿Por qué no entiende lo que se le asigna? ¿Acaso los profesores no imparten bien sus materias? Al mismo tiempo, los deberes,  pueden resultar contradictorios ante la situación de cambio metodológico que estamos viviendo en esta nueva era digital.

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Los deberes son un elemento más del proceso de aprendizaje de cualquier niño y no deben suponer  una carga desmedida para el alumno. El fin de los deberes escolares es fomentar en el alumno el hábito de trabajo, que más tarde se convertirá en hábito de estudio.

El periodo sensitivo comprendido entre los seis y los doce años, es decir, la educación Primaria, es el idóneo para desarrollar valores nucleares como:

  • El orden
  • La sobriedad y la sinceridad
  • El esfuerzo y trabajo
  • El aprovechamiento del tiempo
  • La generosidad y la justicia
  • La obediencia, la solidaridad y el compañerismo
  • La responsabilidad
  • La alegría y el optimismo

 

¿Es necesario que los alumnos tengan deberes desde el inicio de la educación primaria?, ¿y exámenes? No hay una respuesta maestra a estas cuestiones. Si queremos lograr el hábito y la autonomía en el trabajo, tendremos que esforzarnos por conseguirlo, y “Roma no se construyó en un día”. Es una tarea lenta y en algunos ocasiones puede incluso resultar ardua. Las cosas que valen la pena suponen esfuerzo. Con el esfuerzo educamos la fortaleza de nuestros alumnos que sabrán en el futuro valorar los logros nacidos del esfuerzo y trabajo.

Un hábito se logra a través de  la repetición de un mismo acto durante un periodo prolongado en el tiempo. Si lo que buscamos es que nuestros alumnos estén preparados para afrontar exámenes y horas de estudio, habremos de ayudarles a alcanzar  las herramientas necesarias.

El planteamiento que desde el colegio se hace de los deberes es que el alumno dedique todos los días un tiempo a realizar ciertas tareas. Tareas que están pensadas por el profesor para que no excedan en el tiempo, que según el curso en el que se encuentre el alumno, se estima suficiente. La tarde de los alumnos no puede quedar reducida sólo y exclusivamente a la realización de tareas y estudio.

En efecto, podemos entender la preocupación de los padres acerca de esta cuestión, pues es cierto que aunque forman parte del desarrollo académico del alumno, no todos los deberes son válidos. Antes de asignar cualquier tarea, un buen profesor invierte tiempo planificando los deberes. Estos tareas tienen que poder hacerlos solos en sus casas, sin la necesidad de consultar a sus padres o buscar la seguridad de haber entendido el concepto o el contenido de que se trate.

Para que sean capaces de realizar esta tarea de manera autónoma, los deberes deben suponer un reto asequible a los alumnos. No pueden ser muy sencillos pues provocarán  el aburrimiento y falta de motivación en los alumnos. Al mismo tiempo, si son muy difíciles conseguiremos que solo unos pocos logren completarlos y la gran mayoría se frustren ante la complejidad de la tarea. Como decía Platón «Nunca desmotives a alguien que está progresando, por muy despacio que lo haga”.

Desde el colegio y curso a curso, se van trabajando cada uno de los pasos a seguir para que, cuando tengan que estudiar un examen lo hagan de una manera tranquila, con confianza y no se agobien ante esta palabra tan temida por los padres.

La evaluación en la educación primaria es continua por lo que los exámenes son solo un registro más de todas las actividades que se trabajan en cada una de las materias. El examen, o actividad de la unidad, es un registro objetivo sobre lo que cada alumno ha asimilado. Sirve tanto para el alumno como para el profesor. Pues, si tras realizar la prueba, los resultados generales son positivos, concluimos que la materia se ha comprendido. Si, por el contrario, los resultados son negativos, el profesor deberá volver a repasar y explicar los contenidos puesto que  los alumnos no han alcanzado los objetivos.

A medida que el alumno va superando los cursos de la educación Primaria el tiempo de estudio deberá ser un poco más largo que el curso anterior. No es lo mismo estudiar un examen de 3º de Primaria que de 6º. No es lo mismo un examen de unidad que de evaluación. Pero en cualquier caso, pueden y deben estudiar solos. Toda la materia se ha trabajado previamente y en casa necesitan estudiarla con las herramientas proporcionadas desde el aula.

El estudio no solamente consiste en memorizar información sino que son necesarias también otras operaciones cognitivas que implican: conocer, comprender, aplicar, analizar, relacionar, sintetizar, valorar…

Para aprender necesitamos de cuatro factores fundamentales: inteligencia, conocimientos previos, experiencia y motivación por aprender, o lo que es lo mismo, querer aprender (voluntad). Por eso sentarse con los hijos a realizar los deberes no es la mejor opción.

En el aula se busca el desarrollo de estas operaciones cognitivas. Pero, como todo, el proceso de aprendizaje necesita de momentos individuales en los que el alumno trabaje en su espacio lo aprendido en el colegio.

Los alumnos/hijos tienen que querer aprender y para ello trabajar. Hay que distinguir aquí las apetencias y los gustos con la conciencia del cumplimiento del deber, lo que toca hacer en cada momento. Tienen que entender que necesitan dedicar un rato de trabajo en casa todos los días. Aquí, la actitud que tengan los padres ante los deberes también es fundamental. En palabras de Santa Teresa de Calcuta: «No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te observan cada día”. Los resultados académicos positivos no siempre son un sobresaliente. Los resultados se deberían medir por el esfuerzo que ha realizado el alumno. Bien es cierto que todo padre busca que sus hijos sean los mejores y por desgracia, parece que eso lo miden los sobresalientes obtenidos.

Para conseguir y cosechar éxitos, antes hemos tenido que luchar por ello y probablemente fracasar varias veces. El fracaso, en sí mismo, no es malo. Nuevamente, dependerá de la actitud que tengamos ante este hecho. Si lo tomamos como experiencia de aprendizaje y cambio resulta algo positivo.

“El éxito consiste en ir de fracaso a fracaso sin perder el entusiasmo” Winston Churchill.

Tenemos pues que enseñar a nuestros alumnos/hijos a aprender de sus errores y fracasos y no desanimarse, a aprender a trabajar todos los días con alegría y esfuerzo.

Concluyo estas líneas animando a acompañar a los hijos en el desarrollo de su trabajo: los deberes. “He visto que cuanto más trabajo, más suerte parece que tengo” Thomas Jefferson.

 

Para profundizar…

«Y ahora… ¿Los deberes?»Luis Manuel Martínez
«Virtudes humanas»Fernando Corominas, José Antonio Alcázar
«Cómo educar la voluntad»Fernando Corominas

 

Marta Pérez
Coordinadora Ed.Primaria

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